Una odisea a Madrid
- ASEPEC
- 28 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 25 abr 2021
Autor: André Medina y Hofman Mayhuire
El presente artículo es una reseña anecdótica de todos los desvaríos por los que tuve que pasar para poder viajar a Europa, refleja todas mis inquietudes y mis dificultades que llevaron a mi persona a recorrer en su totalidad una ciudad que hasta entonces me era desconocida.
El trabajo
La situación se fue a pique progresivamente, no me bastaba con recorrer media ciudad a diario, hacer inglés en las mañanas y llevar los que quizás fueron los cursos más difíciles en mi estadía en católica, sino que acepté el cargo de coordinador de un proyecto. Así empieza el alboroto en una empresa “patas arriba”, con más gerentes que ingenieros y un personal administrativo que ni hace ni deshace un simple requerimiento.
El exceso de autoconfianza me impidió ver el peligro que me aguardaba, a mi corta edad quedé prácticamente a cargo de la actualización de un EDI. Con Ricardo, el jefe del proyecto nos enfrentábamos a medio mundo: lunes con los gerentes, martes y jueves discusiones con los topógrafos y para rematar miércoles y viernes peleábamos con el cliente. Nadie nos dejaba en paz y descuide a riesgo mío los estudios hasta un punto que salté del barco y no volví más. Mi desdicha fue tal que en un siguiente trabajo continuaba los trámites y problemas con los gerentes para pagarles a los trabajadores.
Universidad
La situación con la universidad es un tema aparte. Empezando por mi postulación errónea un semestre antes, cuando estaba prohibido. Pasando por el cambio de coordinador entre ambos semestres, la oficina de movilidad internacional) que ni se enteró que había postulado erróneamente y mi repostulación el semestre siguiente. Para culminar mencionare que no cumplía un requisito para el intercambio y me dijeron que hiciera los trámites sin mencionar que el decano interino, el verdadero estaba de vacaciones, me había negado el viaje. Cuando regresó el encargado después de mucha persuasión acepto mi situación tras ver que tenía el visado y el pasaje ya comprado.
El Visado
Sacar los papeles resultó una aventura en sí. Los trámites sencillos fueron el pasaporte y las fotos. La siguiente parada fueron los antecedentes penales, pan comido pensé, solo ir a una oficina, hacer un pago y llevármelo. Ni bien llegué, me encontré con una larga cola repleta de caras largas y una desesperación general. Sabía que no me alcanzaba el tiempo por lo que me aproximé a un guardia para consultarle y me recomendó ir a la segunda planta, encontré solo 2 personas. Esperé mi turno, hice el pago y me pidieron esperar los resultados. De repente, apareció un tipo un poco alarmado, pidió el mismo documento que yo y al ver que el sistema no lo encontraba, armó un alboroto. Fue tanta la conmoción que vinieron los guardias y le pidieron irse, resultaba que el chico estaba requisitoriado y por eso el sistema le denegaba sus documentos. Terminado el escándalo recibí mi certificado y me escapé rápidamente.
La carta de aceptación tardó en llegar, y adicionalmente mi universidad no me dio la aceptación total hasta una semana antes de mi cita con el consulado. Sin ese tiempo no podía reprogramar nada, todos los trámites restantes deberían cumplirse en máximo de 7 días.
Empieza la cuenta regresiva
Para el Certificado médico paso que el doctor me pregunto si tuve alguna enfermedad de pequeño y la única que recordaba era la Hepatitis, sin embargo, pensando en el tipo me debí de confundir de letra y la cara de preocupación del doctor se convirtió en una prueba adicional, más días de duración y un coste más a mi bolsillo. Al final no había problema alguno y el doctor me deseó un buen viaje. El paso siguiente fue legalizarlo, tome el primer bus hasta Larcomar, media hora después, en la recepción me dijeron que tardarían 3 días para poner una sencilla firma, incluyendo feriados por fiestas patrias. El tiempo me quedaba corto, tuve que mover la telaraña de contactos para acelerar el tema, todos mis tíos médicos movieron influencias para nada, la decana era muy joven y pocos la conocían, ya poco se podía hacer. Tuve que resignarme y esperar lo mejor, en 3 días tendría que recorrer medio Lima solo para recoger el inútil certificado. Ya en casa opte por llamar a un pariente abogado e hicimos una carta poder simple para que recogieran el documento, que según la secretaria era personal.
Quedaba pendiente el sustento económico. No quedaba claro qué documentos eran válidos y cuáles no, llame varias veces al consulado y cada vez era una respuesta distinta. A veces bastaba una firma, otras veces tenía que legalizarlo y otras hasta apostillarlo. Finalmente, opté por las recomendaciones de un amigo, una carta de compromiso de mis padres más sus estados bancarios, luego los legalizaría y a apostillar. Sin embargo, la dificultad en este punto era que mi madre estaba de viaje y mi padre paraba trabajando. Tuve que interrumpirlo en su almuerzo, hacerle firmar una carta cualquiera y buscar un notario por San Isidro. Por doquier las oficinas estaban cerradas, algunas repletas y la única que encontré tardo horas. Cuando me devolvieron la carta descubrí que la oficina había enviado todos sus documentos del día a otro notario porque el responsable estaba de viaje, de haberlo sabido habría ido de a dicha oficina. Siguiente paso legalizarlo en el colegio de notarios la mañana siguiente.
Al mismo tiempo, mi madre aceleró la obtención de sus documentos en la otra ciudad, legalizándolo y todo obtuvo la carta firmada un día antes que yo. Ya solo faltaba que me lo envié. El colegio de notarios resultó ser un lugar gris, los empleados me atendieron a desgano y me dijeron que tardarían varios días. Para cuando llegaría la carta de mi madre sería imposible legalizarla en esta oficina o en cualquier otra. Cada vez me quedaba menos tiempo, cuando me devolvieran esta carta tendría menos de un día para apostillarlo, mis días estaban contados.
En definitiva, sacar una nueva cita en el consulado parecía imposible, todas las fechas llenas hasta agosto y solo atendían por la mañana. Arriesgarme a perderla supondría viajar medio mes tarde a Madrid y un montón de líos que prefería evitar. Cree una segunda cita para el 22 de agosto deseando no tener que acudir a esta.
Finalmente, dos días antes fui al Ministerio de Relaciones Exteriores a dejar y luego a recoger el certificado de estudios. Este me supuso menos complicaciones, un pequeño pago en la universidad, otro pago en el MINEDU y lo deje para apostillar. En definitiva, las largas colas en cada institución demostraban la incapacidad de los distintos organismos de satisfacer las demandas de los usuarios y yo no sería la excepción, si no conseguía todos los documentos en 24 horas quizás tendría que resignarme al viaje, mis horas estaban contadas.
… Continuará
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