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Una odisea en Madrid (Parte II)

  • Foto del escritor: ASEPEC
    ASEPEC
  • 9 sept 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 10 sept 2021

Autor: André Medina y Hofman Mayhuire


La jornada final

Era el último día ya y me quedaban 2 documentos pendientes: los trámites bancarios y el certificado médico. Con mis hermanas nos dividimos tareas, yo recogería en la mañana el certificado de estudios, mientras que mi hermana mayor y nuestro pariente abogado recogería el certificado médico para luego apostillarlo, mientras tanto mi hermana menor iría a por la carta notariada de mi padre. Me levanté temprano como nunca y fui decidido a obtener todo en menos de 24 horas.


A pesar de ir tempranísimo en la Relaciones Exteriores ya había una larga cola, esperé cerca de 1 hora tan solo para recoger mi documento y a toda prisa fui hasta el metropolitano. Sin mencionar la cantidad de gente y los itinerarios tan reducidos de servicio, alcancé hasta la parada en Benavides donde mi hermana y mi primo me entregaron dulces y el certificado médico. A correr otra vez hacia el Ministerio, dejarlo y correr otra vez. Entre tanto mi hermana menor fue un poco antes de mediodía al Colegio de Notarios a insistir que nos entregaran el documento ligeramente antes, con toda buena intención, pero no pudo conseguir nada y tuvo que esperar a después de almuerzo para recibirlo. Para entonces llegué yo y también mi hermana mayor, esta última con mi almuerzo en un taper. Le di un par de mordiscos al pollo en plena calle, un par de cucharadas al arroz y volví a correr.


La siguiente parada no estaba clara, había escuchado de unas oficinas de atención al usuario en los conos. Partí hacia el más cercano, en pleno Callao, muy lejos de mi zona de confort. Bajé en una parada rarísima, crucé debajo de un puente oscuro con muchos vagos tirados por allí y juraría que un tipo me siguió por un rato. Al final llegué a esta oficina y la cola interna era inmensa, adicionalmente el sistema había caído y no podrían atenderme. No dispuesto a rendirme partí rumbo a Plaza Norte, otra hora de viaje y casi sin fuerzas encontré el lugar prometido. Otra inmensa cola externa al local casi mató mis esperanzas, me aproximé a un guardia para asegurarme que el sistema no había colapsado y para suerte mía todo estaba en orden.


Respiré bastante y entretanto mi hermana mayor recogió el certificado médico de Relaciones Exteriores. Quedaba mi tramite y ya estaría tranquilo. Dentro del local la cola fue más grande, pero había más oficinas de atención distribuidas según la institución correspondiente. Esperé hasta mi turno en Relaciones Exteriores y le pregunté al encargado si el documento estaría listo el mismo día, con gesto amable me dijo que sí, pero que tendría que esperar horas. Aproveché para dar un paseo por el lugar, comer un poco y para casi las 9pm, antes que cerrarán, recibí mi documento apostillado. Ahora, podía volver a casa, tomé un bus de casi hora y media y me sentí tranquilo.


Mi cita era el 31 de Julio a las 9:30 de la mañana, y para las 7 am mi reserva de vuelo había caducado, tuve que reservar otro vuelo y dado que mi impresora no encendía, opté a imprimir y sacarle copia a los documentos faltantes a otro lugar cercano. Con todo listo tomé un Uber y directo al consulado.



La cita

Al llegar otra cola me esperaba, personas curiosas me rodeaban. Un chico sumamente desalineado hacia el mismo trámite, pero sus documentos estaban a medio hacer, pero él tenía varias citas con distintos correos en caso fallara varias veces. Por gente como él no pude posponer la cita dado que estas se hallaban saturadas hasta agosto. La mediana cola me llevó a entablar conversación con otros que al igual que yo dudaban de la validez de sus documentos, cada cual había recibido recomendaciones distintas inclusive de la misma embajada.


Ya solo quedaba entregar el documento y hacer el pago, no estaba seguro de la ventanilla que me tocaría y tenía miedo de perder el turno. Aquellos que salían de la 3 no parecían muy tranquilos, quizás los asustarían. Felizmente a mí me tocó la 1, entregué los documentos separados de las copias, se revisó que estuviesen completos, hice el pago y el encargado me dijo que podía irme. A pesar de no saber el resultado me sentí tranquilo de que hubiese terminado. La semana siguiente me fui de vacaciones a Cusco, dejé un reemplazo mío en el trabajo y me dediqué a pasarla bien.


Moraleja:

No subestimes los trámites burocráticos, siempre serán lentos sin importar el país ni la época del año.


 
 
 

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